Durante meses hemos sufrido una andanada promocional que a todo mundo tiene a saturado. Tan sólo en Tlalpan tenemos una treintena de candidatos a diputaciones locales, federales y a la jefatura delegacional. Así las cosas, nuestro voto admite, exige un espacio de reflexión y análisis. De entrada sabemos que a la gran mayoría de candidatos NO volveremos a verlos ni a saber de ellos hasta la próxima elección, allá por 2015.
El problema de fondo es que sólo les importa el momento y el objetivo —el suyo, por supuesto.
Por eso, en el ámbito local, es bueno que pensemos en quienes han trabajado por y para nosotros en Tlalpan, y más aún en quienes aquí viven, pues al menos sufren los problemas que nos aquejan de cotidiano. Por supuesto, esto no quiere decir que sean mejores o peores, pero sí podemos inferir que conocen el territorio y la problemática de la demarcación, como también que, al ser nuestros vecinos, tendremos mayor posibilidad de incidir en el proyecto que nos lleve al Tlalpan que queremos todos.
A quienes nunca votan y sin embargo no pierden oportunidad de hablar pestes de lo corrupto de nuestros políticos y funcionarios y lo malo de nuestros gobiernos, sólo les decimos que después NO se quejen, pues esto de la democracia es un derecho, pero también una obligación.
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