“LA JALISCIENSE”, CENTENARIA CANTINA de Tlalpan

Se localiza en el zócalo del Centro de Tlalpan, y es una cantina tradicional y auténtica. Se dice que, a sus 130 años, es la más antigua de América Latina. Fácil de localizar, a su derecha está la Parroquia de San Agustín (para arrepentirte) y justo enfrente se halla el palacio municipal (para guardarte).

El local es pequeñito y tiene sus “manías”: hay que llegar a la barra y ahí esperar a que el mesero asigne la mesa.

Su arquitectura es colonial, de arcos y techos altos; en las paredes penden fotografías y recuerdos de don Renato Leduc.



Los tragos se acompañan de tortas de bacalao en bolillo, rebanadas de chorizo tipo español y hecho en casa, así como carne tártara acompañada con galletas saladas, chile cuaresmeño, cebolla y salsa de soya. En la barra se acomoda la gente sola, que termina siendo, si uno de queda un rato más, amiga entrañable porque, como reza el lema de Miguel de Fernández, “de la puerta hacia adentro todos son iguales".

Ciclopista rural de tlalpan Sin tianguis en el camino


Cinco kilómetros de la ciclovía que corre por las colonias Belvedere y Cultura Maya, en la zona media del Ajusco, fueron liberados del tianguis que ocupaba la vía los fines de semana.

Con esa acertada medida se devolvió a la pista su vocación de espacio dedicado al paseo peatonal y en bicicleta. El tianguis se reubicó a dos calles del sitio que ocupaba, y ya no implicará, para los paseantes, problemas de vialidad y tránsito los sábados y domingos. Así mismo vecinos de siete colonias cercanas se organizaron para limpiar y reforestar la pista, de 25 kilómetros de longitud, y el área verde que la rodea.

Las jornadas de reforestación y mantenimiento a la flora del lugar se llevan a cabo los fines de semana y han tenido una gran aceptación, sobre todo de los niños, quienes disfrutan de las actividades que organizan los voluntarios.

En una primera fase, planean recuperar los primeros tres kilómetros, aproximadamente, hasta la calle de Seyé, y a la fecha ya han plantado unos 700 árboles en 11 jornadas de recuperación, entre ellos capulines, encinos, oyameles, cedros blancos, ciruelos, truenos y rosa laurel.

La Ciclopista Rural de Tlalpan atraviesa bosques y zonas de cultivo y pastoreo de un área natural cuya relevancia ambiental destaca porque ahí se recarga el 70% de los mantos acuíferos de la Ciudad, además de que alberga 2% de la biodiversidad mundial.

Como la ciclopista sigue el curso de las viejas vías del Ferrocarril de Cuernavaca, no hay pendientes pronunciadas ni cerradas curvas, de modo que no hace falta ser profesional para disfrutar un recorrido en bicicleta. Cualquiera, con sólo quererlo, puede disfrutar ahí de un buen día, una rica tarde, mientras ejercita el cuerpo.

La Ciclopista Rural de Tlalpan, que inicia en la colonia Chichicaspa y termina en el poblado Fierro del Toro, en el estado de Morelos, cubre una distancia de 34 kilómetros.

Si deseas tips de cómo recorrerla te recomendamos visites el siguiente blog: http://www.alaingarcia.net/agcronicas/ciclopista.htm  

Fiebre constructora en Tlalpan Parques, ¿para qué?



Enfrente de los hospitales de Cancerología y Fray Bernardino Álvarez se extiende una agradable explanada en la que, día a día, conviven familiares de enfermos en espera de un milagro, vendedores de tacos de canasta, taxistas y las infaltables palomas o pichones. En una esquina se levanta la flama, una escultura que rompe un poco la armonía que dan a la plaza los árboles que la circundan. Es un lugar agradable, un oasis, diríamos, en medio del intenso tráfico de la Avenida San Fernando y rodeado por un número cada vez mayor de edificios. Y quizá por eso, por ser un espacio que se destaca entre altas construcciones, ha llamado la atención de constructores y autoridades que se relamen los bigotes pensando en hacer de la modesta placita un nutrido estacionamiento.

Parece que en Tlalpan ya no puede verse un terreno liso sin pensar en edificarle algo encima. En el caso que comentamos se esgrimen razones “un poco tardías”, por decirlo amablemente. Se aduce que en la zona no hay estacionamientos para los familiares de los enfermos que por fuerza llegan en coche para internarlos o para consulta, como tampoco los hay para el personal médico y trabajadores de los diversos nosocomios. En efecto, la Zona de Hospitales carece de espacios para los autos. El lector se preguntará: ¿y no se pensó en eso cuando se diseñaron las múltiples edificaciones? ¿Acaso autoridades, planificadores y arquitectos no ven o no vieron venir el reino del automóvil? ¿Los enfermos y sus familiares habrían de llegar volando o a pie? ¿Quién responde a esto?

Los vecinos de la zona ya no saben qué hacer ahora mismo ante tanto polvo y revolvedoras de cemento. Querrían, sí, que se acabara de una vez con esa fiebre constructora y, por supuesto, conservar los pocos espacios amables que aún quedan. Insisten, por tanto, en sistemas de transporte público que pongan un “hasta aquí” al uso de coche en Tlalpan y en la Ciudad toda. Sugieren en consecuencia la búsqueda de un espacio fuera de la Zona de Hospitales que sirva como estacionamiento bien comunicado por un sistema de transporte que traslade con eficiencia a enfermos y a sus familiares (algo parecido al Pumabús en la Ciudad Universitaria). Debemos proteger, dicen, los pocos espacios libres que nos quedan, llámense plazas, jardines y aun banquetas. Pero sobre todo sugieren volver la vista hacia experiencias felices —que la hay— en otros países, para algunas de las cuales tenemos estos enlaces:

Sobre movilidad urbana: www.movilidadurbana.wordpress.com 
Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP): www.itdp.mx